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miércoles, 29 de enero de 2014
Los Predestinados de la 2013-2014
Advertencia: El artículo que leerán a continuación
tiene poco análisis del béisbol jugado este año, además está cargado de
sentimentalismo, si a alguien le aburre, me disculpo.
Recuerdo con bastante claridad mi
frustración sentida en enero de 1998 cuando una derrota ante los Leones del
Caracas en el round robin nos dejó sin opciones de repetir el campeonato y
ganarlo por tercera oportunidad corrida. En aquella ocasión la final fue entre
los Cardenales de Lara, equipo de mi ciudad, de mi familia, de mis amigos y los
Leones del Caracas, equipo de mi padre, de mi familia paterna con quien
compartíamos patio y el más encomiado rival de mi equipo.
Era la primera vez, desde que tenía
uso de razón, que a Magallanes le ponían la equis de eliminado y pude pisar la
realidad: no éramos, no somos, ningún equipo lo es: invencible. La final de
aquel año era sorpresa solo en el hecho de que Caracas estaba en ella, pues se
esperaba una final Lara-Magallanes, el primero por haber sido sin discusión alguna
el mejor equipo de la temporada y Magallanes por ser el padrote de la época,
candidato al Tricampeonato, pero era una final que no nos favorecía porque Lara
nos ganó la serie en ronda regular con un vergonzoso 8-0 que casi todas las
personas alrededor usaron como argumento para burlarse de mí.
Como amo el béisbol me calé los
siete juegos de aquella final, una de las más emocionantes de todos los
tiempos, en los que esperé siempre ver al Leones titularse para así burlarme de
todos a mi alrededor. No me culpen: era un niño inocente de siete años, con
poca identidad histórica para saber que magallanero no le liga al Caracas y
además odiaba al Lara.
Lo que no sabía en ese momento era
que alguien cercano a mí estaba predestinada. Ignoraba yo que el Lara había
sido humillado por Caracas no una, sino cuatro veces en finales antes de ganar
su primer campeonato en 1991. Mi abuela había apoyado a los Cardenales
fielmente desde la llegada de la divisa al profesional en los años sesenta (y
cuando eliminaban al Lara, apoyaba al Magallanes) y se había solidarizado con
el dolor de sus hijos en cada final que el Cardenales perdía. En el año 91 la
felicidad la embargó con el primer campeonato de su equipo pero decía insistentemente
que ansiaba volver a sentir aquel estado de felicidad.
Luego de cinco electrizantes
encuentros llenos de batazos, de joyas de pitcheo, de grandes jugadas a la defensiva,
del contrapunteo técnico entre Omar Malavé y Phil Reagan y de incluso, peleas
en el campo, Lara llevó la final a Caracas con la serie a su favor 3-2. El día
del sexto juego, sábado para más señas, los carros pasaban frente a nuestra casa
tocando cornetas jubilosas, consignas campeoniles y quienes iban en ellos
llevaban las caras pintadas de rojo y ondeando banderas del cardenales a través
de las ventanas. Parecía que ese día el segundo título venía pero Bob Abreu
tenía otros planes: un jonrón en extrainnings forzó al séptimo de la final y
desató la algarabía de Tía Irene quien vivía al lado y quien al igual que mi
tía Angela, son caraquistas a morir, sobretodo esta última quien sabe mucho de
béisbol. Ellas me chalequeaban cuando perdía yo, pero nunca se burlaban, nunca
insultaron a mi equipo, nunca hicieron leña del árbol caído. Tía Irene ya no
está con nosotros, nos dejó el sábado.
En el domingo fue el séptimo juego,
al mediodía, en Caracas. Maita, mi abuela, tuvo ese domingo en casa a sus siete
hijos con todos sus nietos, listos para
ver el juego. El único ausente era yo, la oveja negra, que me había quedado en
casa, con mi padre, a ligar, no la victoria del Caracas en realidad, sino la
derrota de Lara, cosas que no eran iguales. Lo seguido a continuación no lo
presencié con mis ojos, son testimonios de mi mamá y hermanos.
Durante casi dos tercios de juego
los Cardenales fueron dominados por los Leones. Maita se veía bastante nerviosa
y por momentos salía de la sala rumbo a la cocina, se distraía, se
desestresaba, regresaba a la sala como quien no quiere la cosa, miraba la televisión,
notaba el marcador, cuando pasaban propagandas preguntaba cómo iba el juego y
se volvía a ir. Estaba ella más nerviosa que mis tíos. Con el jonrón de Pérez
que empató el juego en el sexto, los gritos de la sala la devolvieron al sitio.
Luego Lara tomó ventaja y terminó ganándole al Caracas, para conseguir su
segundo título y mientras mis tíos lloraban de felicidad, Maita sonreía con los
dientes “pelados”. Al final dijo:
- Vi a Cardenales otra vez campeón. Ya
puedo me morir en paz.
Maita nos dejó el 26 de mayo de
aquel año 98.
Ese y otros hechos del béisbol han
llegado a convencerme de que sus episodios tienen como obligación tener un impacto
en la vida de las personas, tanto los que juegan en el terreno como de los que
apoyan desde sus casas, como si todo se tratara de giros del destino. Por ejemplo,
he llegado a pensar que la razón de la reciente finalizada sequía del equipo de mis amores tenía como razón de ser
hacerme un buen fanático, pues son las derrotas las que moldean a los mejores
fanáticos, de ahí que las derrotas sean huérfanas según un dicho. Los mejores
fanáticos del Magallanes que conozco soportaron con orgullo y pundonor la
horrible época de los ochenta y luego el destino los recompensó con una época
dorada en los noventa, misma época dorada que me hizo magallanero, a pesar de estar
expuesto a la influencia cardenalera por mi familia materna y la caraquista por
mi familia paterna.
El año pasado, tras muchos años de
espera, mi equipo volvió a darme la alegría de un título, y en las mismas circunstancias
en las que lo conocí. Luis Sojo, tildado de mal manager sin el más mínimo
análisis y quien salió del cardenales por la puerta de atrás, consiguió su
primer título ante el equipo que lo hizo profesional, era uno de los
predestinados; Pablo Sandoval, quien gallardamente defendió la casaca
magallanera, quien le rogó a los Gigantes por permiso para jugar, se entregó
con todo el corazón y logró quedar campeón, era uno de los predestinados;
Camaleón García, leyenda magallanera por excelencia, moriría a principios de año
y vio a su equipo campeón antes de morir, era uno de los predestinados.
Carlos García, ícono magallanero,
consiguió un título como jugador y siempre ansiaba ganar un título con el equipo
pero como mánager. En la 2009-2010 problemas de lesiones y un pitcheo relevo
que se desplomó privó a García de ganar un campeonato y le tocó la mala suerte
de ser el primer manager magallanero en perder una final ante los odiados Leones.
En la 2010-2011 problemas de salud con su esposa evitaron que García pudiera
dirigir al Magallanes, equipo destruido por los problemas internos y que no
pudo pasar al round robin. En la 2011-2012 García dirigió un equipo con mucho espíritu
y garra pero que tuvo un pésimo arranque en la semifinal pero forzó una doble
jornada extra y al final perdió luego de un extenuante juego contra Caribes. El
año pasado el comenzó con el equipo pero tuvo que dejarlo por problemas
familiares y recomendó, el mismo, a Sojo para dirigir la nave, siendo él quien
llevó a los turcos a su primer campeonato en años… era Sojo el predestinado. Pero este año, Sojo
comenzó y luego se fue, la directiva le dio el timón de nuevo a Carlos García,
quien no se esperaba la oportunidad de dirigir este año pero llegó y le inyectó
espíritu batallador al equipo, orgullo por la camiseta que se viste aunque no
es un gran manager en lo estratégico, su espíritu batallador inspiró a sus
jugadores para ganar el campeonato que el tanto añoraba, era el uno de los
predestinados.
Luis Blasini, luego de directivas
magallaneras que no lograron el pase al round robin, de directivas que no
pasaron a la final, de una que lo logró sin reforzar el bullpen, llegó al
equipo e hizo una serie de transacciones que fortalecieron al equipo, siempre
tuvo como primera opción para dirigir a la nave a Carlos García, su importación
siempre fue de primera. La única mancha de Blasini como directivo de la liga fue
no haber manejado bien la crisis del clubhouse en el 2011. Sin ser el único
responsable de la eliminación ese año, muchos le echaron toda la culpa, un
ignorante empezó a pedir firmas para que lo sacaran como si el puesto de
gerente general de un equipo sea un cargo de elección popular y al día de hoy
aún existe una página en Facebook llamada “Alianza para un Magallanes sin
Blasini”, pues bien, un Magallanes sin Blasini probablemente hoy sería un Magallanes
con doce años sin campeonatos. Dato anecdótico: a Blasini se le criticó la contratación
de tantos catchers, pues bien, el año pasado Eliécer Alfonzo, Francisco
Cervelli, Jesús Flores y Carlos Maldonado fueron claves en la consecución del
título y este año los más destacados por Magallanes fueron Ramón Hernández y
Robinson Chirinos. Otro de los predestinados.
Robinson Chirinos, pieza fundamental
del Magallanes en la temporada 2009-2010, sufrió una lesión antes del arranque
de la 2011-2012 que lo sumió en un larguísimo slup. De una pieza indispensable
en el equipo, su rendimiento bajó al punto que se encontraba en la liga
paralela, no tenía cabida en el equipo y muchos llegaron a pedir su cambio. Sin
embargo, Robinson se mantuvo firme en su gran fortaleza espiritual y no bajó la
cabeza, nunca se desanimó, nunca demandó que lo pusieran a jugar, por recompensa
del destino, despertó cuando el equipo más lo necesitaba, no solo suplió a
Ramón Hernández en el aspecto defensivo, con bastante mérito, sino que explotó
a la ofensiva, conectando cuatro jonrones que fueron vitales para la
consecución del campeonato y retomando su rol como pieza insustituible en el Magallanes.
Era otro de los predestinados.
Ramón Hernández, con el respeto a la
memoria de Baudilio Díaz, creo que Ramón es el mejor receptor en la historia de
Venezuela, no solo un caballo en grandes ligas sino un eterno rendidor en la
pelota venezolana, lo recuerdo muy emotivamente con el Pastora. Luego tuvo la
oportunidad de ganar campeonatos en Venezuela pero siempre en rol de refuerzo o
sustitución. No había ganado con el equipo al que pertenecía. Llega al
Magallanes en medio de las críticas de los fanáticos ignorantes que
cuestionaron su llegada, luego por no haber jugado con el equipo lo tildaron de
falta de respeto, de que no le importaba el equipo, luego el año pasado jugó el
round robin y tuvo promedio alto pero sin impulsadas, razón por la cual muchos
lo criticaron por “bajo promedio”. Sin embargo, este año defendió con orgullo
el uniforme del Magallanes, dirigió con maestría los pitchers en el round robin
y en los primeros dos juegos de la final, y en la misma estancia, aunque jugó
solo el 60% de la misma, su madero fue fundamental para obtener el campeonato y
el, el más valioso. Perdimos el domingo, porque él no alineó, porque estaba
destinado a ser MVP, era uno de los predestinados.
Pablo Sandoval, ya había ganado su
soñado campeonato con el equipo, sin embargo, todo ello a pesar de la molestia
de San Francisco por el estado físico de Pablo, quien tuvo una temporada para
el olvido en 2013. Movidos por estos dos factores, los Gigantes le negaron a
Pablo toda posibilidad de jugar con Magallanes esta temporada, pero Pablo
trabajó bastante en su físico, logrando bajar de peso según las instrucciones
de los Gigantes, quienes lo premiaron dejándolo jugar en Venezuela y Pablo ganó
otro campeonato y los Gigantes sin molestarse. Era otro predestinado.
Mario Lissón, tuvo un inicio de
carrera espectacular con los Leones del Caracas quienes
después lo cambiaron a
las Águilas del Zulia por donde pasó sin pena ni gloria. Llega al Magallanes y
su espectacular actuación en la postemporada pasada hicieron crecer las
expectativas sobre Mario, quien a pesar de su juventud ya había jugado en
México, reduciendo considerablemente las posibilidades de llegar a las Grandes
Ligas. antes de esta temporada el manager Sojo avizoró que esta sería la
temporada de la consolidación de Mario Lissón, y no se equivocó: más de
cincuenta remolcadas en temporada regular, nuevo récord de jonrones en un round
robin, nuevo récord de jonrones en una temporada completa y respeto, fe y admiración
infinitas de toda una fanaticada para con él, han sido la coronación de un año
redondo, y este año irá por un puesto con los Gigantes de San Francisco. Era
otro predestinado.
Adonis García, llegó al Magallanes sin
haberse planeado. Tuvo una temporada magnífica en la 2011-2012, tan buena que
incluso fue refuerzo de los Tigres en la final. Por problemas con su visado no
pudo estar en el campeonato pasado como el tanto deseaba. Pero este año vino con
el equipo y fue, junto con Lew Ford y Mario Lissón, los mejores bateadores del
Magallanes en la temporada y aunque no tuvo una final esperada (de hecho no
conectó imparables) es de aplaudir el hecho de que aun teniendo a su esposa a
punto de dar a luz, se haya quedado con el equipo a defender con pundonor el
orgullo magallanero y gozar el campeonato que el tanto anhelaba. Otro
predestinado.
Jean Machi, junto con Luis Blasini
es siempre el objeto favorito de los pesimistas para cargar con la culpa de los
fracasos. Sin embargo sus actuaciones el round robin y en la final hicieron que
la fanaticada le agarrara confianza y otra cosa muy importante: lo volviera a
respetar. Cuando en el cuarto juego salió a buscar los tres outs que le dieran
el título a la nave, una pelota bateada le golpeara la mano haciéndolo caer en desconcentración
y por ende botando el juego, fueron muy pocos los que pagaron la frustración con
Jean, quien en honor a la verdad, solo ha tenido una temporada mala: la
2010-2011. Otro predestinado.
Y finalmente los magallaneros de
oriente. Magallanes jugó ocho años en Puerto la Cruz donde no obtuvo triunfos
significativos. Pero esa estadía breve en aquella zona del país cultivó una de
las fanaticadas magallaneras más fieles y aguerridas de todo el páis, la del
oriente, territorio magallanero por excelencia y que no tuvo la oportunidad de
verse titular al equipo mientras era el local por esas tierras, pero este año
se dio el banquete de verlo titularse frente a ellos. Esa fiel fanaticada era
la predestinada.
¡Gocemos magallaneros, este triunfo
es de todos!
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Por Alex Ulacio
Venezolano, beisbolista frustrado y aspirante a escritor. Me gradué de Soñador Profesional en la Universidad de los Inútiles, actualmente realizo mi maestría en Persecusión de Ideales. Amante de los libros y el rock. Cuando no ando escribiendo, estoy pensando en lo que escribiré.
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