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viernes, 7 de marzo de 2014
Primer juego perfecto y primer ganador de 300
Pud
Galvin lanzó en las Grandes Ligas durante 17 años, una carrera que abarcó tres
décadas, cuatro Ligas grandes e incontables cambios en las reglas que regulaban
el pitcheo. Fue el primero en ganar 300 encuentros, en una época donde 300 triunfos
no tenían el aura que tienen ahora. Aparte de sus proezas lanzando, fue uno de los pitchers más
innovadores en el arte de mantener los corredores en las bases, con movimientos
cuya legalidad eran constantemente cuestionados por contrarios.
Galvin
fue incuestionablemente una de las estrellas del béisbol del siglo XIX, y uno
de los favoritos entre los fanáticos por su desempeño en el campo y por su
personalidad agradable.
A pesar
de sus estadísticas históricas y por sus heroicos juegos lanzados, luego de su
muerte, acaecida un día como hoy pero en 1902 a los 45 años, Galvin fue puesto
en el olvido luego de su muerte y aun al día de hoy es más que ignorado por los
aficionados al béisbol.
A diferencia
de muchos otros estelares del béisbol, Galvin no ganó nunca campeonatos. Su
suerte no fue tan buena, como muestra de ello, sus mejores temporadas (1883 y
1884), las cuales fueron impresionantes, fueron opacadas por las grandes
actuaciones de Charles Radbourn. El olvido de su figura fue tal que solo fue
exaltado al Hall of Fame en 1965, treinta años después del establecimiento de
dicho recinto.
Nativo
de San Luis Missouri, Galvin nació el 25 de diciembre de 1855 o 1856,
dependiendo de la fuente. Su primera actuación en el béisbol se registra en el
año 1874, cuando ya había desarrollado por completo su cuerpo pequeño, rechoncho, pero fuerte. Además de su cuerpo, hoy
inconcebible para un lanzador de las mayores, Galvin poseía manos pequeñas, las
cuales lo incapacitaban de lanzar curvas. En su lugar desarrolló una brutal
recta, un cambio de velocidad que lanzaba ocasionalmente y un control preciso.
En
el plano defensivo, Galvin podría ser considerado como un guante de oro en su posición.
Su “pick-off” o movimiento de revire para lanzar a las bases fue sin lugar a
dudas el mejor, más exitoso y efectivo del siglo XIX. Algunas descripciones de
su movimiento afirman que “siempre parecía que el iba a lanzar la bola,
comenzaba con una media caída de su pierna pero manteniendo un pie dentro de la
caja de lanzar, el corredor agarraba un buen salto, y Galvin soltaba la bola a
primera, atrapando al corredor”, otra descripción afirma que Galvin “lanzaba
casi sin mirar”, y se sabe que el tiro a la base era certero, según dijo un
excompañero de Galvin en Pittsburgh, Sam Barkley, éste “nunca me lanzó la bola
fuera de mi alcance”.
El
movimiento de Galvin era acusado de ilegal por muchos jugadores, entre ellos
Cap Anson y Monte Ward, el primero incluso insistía en que se debía regular
este tipo de movimientos, pues según él “el movimiento de Galvin es totalmente ilegal
bajo las reglas existentes”. Pero el mismo aparentemente era legal pues pocas
veces era declarado “bulk” por los umpires, con la excepción de la temporada
1890 de la Players League en la que los umpires recibieron órdenes de declarar
el movimiento irregular. Recordemos que
Monte Ward era el líder de aquella liga.
Su
movimiento de lanzar a las veces era tan efectivo que sacó los tres outs de
un inning sorprendiendo corredores fuera de base, hecho ocurrido el 23 de
septiembre de 1886, cuando jugaba para los Pittbusrgh Alleghenys de la Liga Nacional:
en el tercer inning llenó las bases sin outs y procedió a sorprender a los
corredores de primera, tercera y segunda, en ese orden para retirar ese inning
en blanco y terminar ganando el juego 8 carreras por 2. Debieron pasar 97 años para que semejante
hecho volviera a ocurrir cuando Tippy Martínez, con los Orioles de Baltimore
repitió la hazaña el 24 de agosto de 1983 frente a Toronto.
Los
revires no eran contabilizados en aquel tiempo como ahora por lo que un conteo
preciso de sus corredores sorprendidos, es imposible de llevar, pero es
bastante probable que se encuentre entre los líderes vitalicios de todos los
tiempos.
El
22 de mayo de 1875 Pud Galvin con los
Brown Stockings de San Luis de la National Association y dividió su tiempo de
juego entre ser pitcher y outfielder. El 4 de julio de 1876, lanzando para los
Rojos de San Luis (equipo que formó parte de la National Association pero no
emigró a la National League), Pud Galvin abrió un partido de exhibición contra
el equipo de Philadelphia de la Liga Nacional y los dejó sin hits ni carreras. Luego,
el 17 de agosto del mismo año, en un torneo realizado en Michigan, Galvin lanzó
el primer juego perfecto en la historia del béisbol, cuando el y su equipo
vencieron al Cass Club de Detroit 11 carreras por 0. En aquel tiempo el término
“juego perfecto” no existía, pero en los
diarios de la época se puede leer: “Los muchachos del Cass no conectaron hits
ni lograron embasarse durante el juego. Cada uno bateó tres veces y las tres
veces fueron puesto outs”. Ese mismo día, antes de enfrentar al Cass, Galvin
lanzó frente a los Mutuals de Jackson y los dejó sin hits ni carreras. Por supuesto, esto no
ocurrió en las Grandes Ligas, sino frente a equipos de categoría menor.
En
1877 lanzó en una liga menor para un equipo de Pittsburgh. En 1878, en la misma
liga (la International League), lanzando para los Bisontes de Buffalo, ganó 72
juegos liderando la liga. En 1878 lanzó 101 juegos de los 116 de su equipo
(exhibición, tours y competición), ganó 72 y perdió 25, completó 96 de los
juegos que abrió, 17 de ellos fueron blanqueos y enfrentamientos contra los
equipos de la Nacional ganó 10 y perdió 5. Se estima que en ese año 1878 lanzó
alrededor de 895 innings. Además de su labor como lanzador, Galvin conectó uno
de los dos jonrones de su equipo ese año y recibió una medalla por su actuación
a la defensiva.
En
1879 los Bisons pasaron a la Liga Nacional, en lo que representó la vuelta de
Galvin a las Ligas Grandes. Lanzó en 66 de los 79 juegos de su equipo y lanzó
593 innings, ganó 37 juegos con 6 blanqueos. En 1880 Galvin solo ganó 20 y
perdió 35, su equipo terminó penúltimo con marca de 24-58, su mayor seguidilla
de triunfos apenas llegó a nueve, en otras notas negativas, Galvin fue el
pitcher perdedor en el juego perfecto de Monte Ward y además fue el primer out
y peor aún, su equipo puso en libertad a un joven novato luego de seis malas
presentaciones y cuyo nombre era Charles
Radbourn, quien eventualmente se
convertiría en el mejor lanzador del siglo 19. Tal vez la dupla Galvin-Radbourn
habría salvado a los Bisons de perderse para siempre en la historia. Aun así
ese año Galvin lanzó el primer no-hitter de pitcher alguno visitante en la
historia de las Grandes Ligas, contra los Troys de Worcester, juego realizado
un día lluvioso frente a 91 personas.
En
1881, con un roster plagado de estrellas, los Bisons solo alcanzaron el tercer
lugar, una temporada decepcionante en la que Galvin ganó 28 y perdió 24. Al año
siguiente se repitió la historia para Bisons y Galvin, aunque el perdió un juego
menos.
En
1883 Galvin abrió 75 juegos y completó 72, lanzando por espacio de 656 innings
y un tercio, ganó 46 juegos y su efectividad fue de 2.72, los mejores números
de su carrera hasta ese punto y a diferencia de los años anteriores, los Bisons
no quedaron terceros… sino quintos. Si la temporada de 1883 fue excelente, la
de 1884 fue aun mejor, pues fue la mejor en su carrera, a pesar de haber
comenzado la misma con marca de 1-4 y haberse lesionado a principios de mayo
pero se recuperó a tiempo para completar 71 juegos de los 72 que abrió ese año,
ganó 46 juegos y perdió 22 además lanzó 12 blanqueos y su efectividad fue
minúscula, apenas de 1.99.
Las
temporadas de 1883 y 1884 de Galvin fueron de las mejores de pitcher alguno en
el siglo 19 pero fueron opacadas por las de Charles Radbourn, quien ganó 48
juegos en el 83 y 59 en el año 84 con los Grises de Providence. ¿Se imaginan a
los dos lanzando para el mismo equipo? Ahhh… de lo que se perdió Buffalo.
Ese
año 1884 Radbourn hilvanó seguidilla de 18 victorias seguidas y los Grises una
de 20, ambas fueron cortadas el mismo día, por labor de Pud Galvin.
Los
más de 1200 innings lanzados entre 1883 y 1884 acabaron físicamente con Galvin
quien más nunca lanzaría más de 450 innings ni ganaría más de 29 juegos otra
vez en su carrera, la cual comenzó un largo declive de ocho temporadas, en 1885.
A mediados de julio 1885 y con récord de 13-19, fue enviado a los Alleghenys de
Pittsburgh y Buffalo desaparecería para siempre, siendo esa su última campaña.
Pero
el debut de Galvin con Pittsburgh fue decepcionante, lanzando solo once juegos
y ganó 3, perdiendo 7. En agosto se lesionó y solo pudo regresar a la acción un
mes después, el 18 de septiembre, una salidad que no duró no siquiera cuatro
entradas. Galvin permaneció con Pittsburgh y aunque no tuvo temporadas
espectaculares como las de antes, se mantuvo en forma aun cuando contemporáneos
suyos ya se habían retirado habían cambiado de posición. En 1889 tuvo su peor
campaña, cuando su efectividad estuvo por encima de los 4 puntos, y pensar que
en 1888 ganó más de la mitad de las victorias de su equipo (28 victorias de
55). En 1890 emigró a la Players League para jugar con Pittsburgh pero solo
ganó 12 juegos con 217 entradas lanzadas y 4.35 de efectividad. En 1891 regresó
a la Nacional y en 246.2 innings tuvo efectividad de 2.88 y para la temporada
siguiente fue cambiado a los Browns de San Luis, con quienes lanzó 12 juegos
con 2.92 de efectividad en 188 innings, en lo que sería su última temporada.
Luego
de terminada su carrera Galvin desempeñó muchos trabajos para poder subsistir. Fue
umpire de la Liga Nacional en 1895 pero no le gustó el trabajo. También fue
contratista, plomero, dueño de un salón de variedades en Pittsburgh, el cual
quebró.
Al
comienzo del siglo XX, Galvin y su familia vivían en extrema pobreza. Se había
casado en 1878 y tenía 11 hijos. Su salud
comenzó a decaer en 1901 y el 7 de marzo de 1902 falleció de lo que en ese
tiempo se denominaba “catarro estomacal”, probablemente gastritis.
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Venezolano, beisbolista frustrado y aspirante a escritor. Me gradué de Soñador Profesional en la Universidad de los Inútiles, actualmente realizo mi maestría en Persecusión de Ideales. Amante de los libros y el rock. Cuando no ando escribiendo, estoy pensando en lo que escribiré.
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